Ya se que no te
gusta escucharlo, pero cuando continuas impasible, mirándome con los ojos vacíos,
le respiro como si nos acompañara en esta misma habitación.
Él,
que ya no me
habita,
susurra a cada
célula,
que tú,
eres ya mi ayer
aunque mi piel
que vive en otro
espaciotiempo
vomite la noticia.
Él,
verdugo y maestro
me llevó al
abismo.
me enredó en mis
patrones
azuzando mis
miedos.
Quebró mi razón
y, mi cuerpo
murió por un tiempo
murió por un tiempo
Pero dentro de la
confusión
y el estruendo de
mis lágrimas rompiendo el suelo
despertó.
Y me envolvió en sus brazos
los mismos que abrió para
otras estando conmigo
Me limpió como la
espuma,
(la de cerveza)
cuando se queda en
la comisura de los labios
con la lengua
lamiendo todas las
heridas que su niño infringiera.
Me dejó llorar
todo el mar en su pecho.
(también los
océanos)
mientras sus dedos dibujaban
alas nuevas en mi pelo.
Apostado, a los
pies de la cama
arrulló las tempestades que arañaban mi sueño
(y mi cielo)
arrulló las tempestades que arañaban mi sueño
(y mi cielo)
sin dejar nunca de mirarme
con sus ojos verdes, repletos de luz.
con sus ojos verdes, repletos de luz.
Una luz que nació en sus mejillas
y encendió su boca.
y encendió su boca.
Una luz que arropó el frío
abrasador
y que sustituyó a los
amaneceres,
hasta que regresaron
hasta que regresaron
Una luz que persiste
y que hoy
me reconforta
en tu lugar.
Discúlpame.
Estaba medio dormida y me acabo de despertar.
Si, se puede dormir
(y hasta soñar)
con los ojos abiertos.
Insisto, discúlpame.
Me voy a la otra
habitación. Tengo una conversación pendiente con esta piel mía. Y si no quiere
escucharme, una farmacia de guardia en la esquina. He oído que el
primperan funciona muy bien para las células sordas que insisten en sufrir (que
no vivir) en la oscuridad.
Te deseo la luz que llevo conmigo.
©Tania Evans, (Hombres con llave)