Nada es suficiente y todo es demasiado




Te das cuenta que el tiempo pesa
que tiembla
que igual que te congela, arde
trasformando las entrañas en una carcasa seca.

Sin querer descubres que la lluvia solo moja a veces
y que el aire no siempre te revive.

Aprendes saladamente que las bocas son de muchos
y la palabra, de unos pocos,
que aquello que nos hace grandes,
muchas veces,
es lo mismo que nos mata.

¿Y si nada es suficiente y todo es demasiado?

Cierras los ojos, 

no sabiendo si reírlo o llorarlo entero
este mundo artificial en el que los peces 
vencen en memoria a las neuronas.

En lo más profundo de tu ser 

anhelas convertirte en tierra fértil 
donde chamanas mexicanas*
entierren las heridas de su carne 
entre tus brazos de arcilla.
para que en la húmeda y sabia oscuridad 
se diluya el horror que las cerró a la vida. 

Que sirva tu desgarro para aliviar la carga de una existencia 

que a muchos no les llega
o se les queda grande.

Que realmente nada sea suficiente y que todo, todo sea demasiado.


©Tania Evans, La Psicología del Fénix.



*Las chamanas mexicanas tienen diferentes rituales para realizar las sanaciones. Cuando ha existido un abuso sexual, entierran a las personas en la tierra hasta el cuello. Se quedan junto a ellas para cuidar que los bichitos no le suban por el rostro. Esperan las horas necesarias hasta que todas las emociones que ha generado la experiencia traumática, son absorbidas por la tierra, liberando a la persona de toda esa energía que de no descargarse, dañaría permanentemente su sistema. 

Yo quiero mojarme contigo.



No me lluevas a escondidas
cuando no puedo beber tú sal.

Yo quiero mojarme contigo.
Recorrer desiertos descalzo, 
solo para abrazar la gélida noche junto a tu vientre tibio. 

En el silencio que nos hace presentes y cercanos
regalarnos
ese vernos a carne abierta
sin mordazas
sin peros
sin "no lo sés" que saben tanto.

Insisto.
Yo quiero mojarme contigo
ya sea entre tus piernas, tu risa o tu llanto.

©Tania Evans, Imaginación ilegal

Cuando la tierra pierde el miedo, vuelve la vida.




Este juego que la vida es ha perdido todo su interés.
La ficha más valiosa que diría Freud
la vida misma
quedó atrapada entre los helechos mohosos del salón.

Amarte dejo de ser un verbo en presente continuo
para ser solo un pretérito perfecto del que no arrepentirse
-nunca lamentar, nunca-

Exonerarte de la pena con todas sus esquinas
rasgándola con los dientes y las uñas afiladas
y apostar todas las horas a un número imposible
que siempre aparece herido en la nevera.

Ese pasado febril del que eres siervo
rémora para la vida
nos dejó sin pétalos que deshojar
en una tierra sin entrañas que no tiembla.

Ya no brota mana de mi vientre.
Ahora la única salida para vivir es la muerte.

En el tránsito hacia el lado amable del abismo
aletea un corazón cuerdo entre los labios.

La luz rasga con piedad la oscuridad
vertiendo una voz que susurra

-Bienvenida,
limpia  la placenta de tu nueva yo.
Realiza tu apuesta.
Comienza el juego.


©Tania Evans, La Psicología del Fénix.