Abolición de la cordura. Suyai: Diary of a "borderline"


Suyai sostiene la mirada hacia adentro antes de escribir, respirando ese primer aliento que despierta los pulmones

Hoy, no hay lágrimas.

El dolor húmedo dio paso a una tristeza seca.
Un páramo helado en el plexo.
Unas piernas que ya no tiemblan.
Una mano firme.

Hay cartas que llegan y descubren gigantes dormidos.
Traen consigo,
un torbellino de auroras sembradas de pájaros celestes.
risas saladas
una piel de arena
un mar que hierve
espuma efervescente entre las piernas.

Y entre el punto final y la posdata
descubre una herida en el bolsillo que sangra todavía

Suyai escribe.

Estoy bien, si, pero solo a ratos.
Continuo desconectada de este mundo que no me es propio.
Arrastro cansancio de un tiempo que no recuerdo.

Crepitan los huesos ante tanta historia contenida
una tierra yerma y este olvido negligente pesando más que la memoria.

Cómo llenarme de nada si estoy repleta de agujeros.

No alcanzo a menguar el agua que deshace la estructura.
Préstame tus brazos
para esta embarcación errante que soy 
bajo la luna negra
astro escolta de mi tierra palpitando
fuerza líquida que bombea en rojo 
hasta abrirme los ojos.

Devora mis elipses y pule las esquinas
Ámame desde tu orilla atlántica
respírame con el alba 
sabiendo que no hay distancias para el alma.

Te pienso constantemente 

para no perder esta locura.
No quiero ser cuerda en un mundo 
que pasa por la vida de puntillas.

A ti que compartes mis luces y mis sombras, 

que abrazas a la mujer salvaje que soy
te amo siempre.

Suyai, desde la otra orilla.



©Tania Evans, Suyai: Diary of a “borderline”








Ama, como respiras


Me desgarra vestir tu nombre entre los párpados.

El dolor, me hizo consciente.
Nadie puede llegar al sol sin desaparecer.

Y volé en dirección opuesta.
Sabiendo que mis alas se quebrarían con el hielo.

Me rindo.
Sangro y duele.
Te miro y duele más.
La libertad tanto tiempo cautiva
atisba y reclama la salida
Pero hoy, también duele.

Caer era necesario para volver de nuevo a la vida

Los humanos persisten en elevar dioses de barro
y yo, insisto en abrazarlos, divinos, reales y mortales.

Ese hombre que se reconoce vulnerable
y en la más oscura de sus noches
permite que le abraces.

Ese hombre que ama de día
que derrama versos cuando te mira.

Ese hombre que te contempla
y desde su completitud, te acompaña 
sin aristas
sin excusas.

Solo ama como respira.
Sin esfuerzo.
Consciente que es el aire el que le da la vida

Comienza a amar
con las manos abiertas
y sin paracaídas.


Recuerda:
no hay suelo
solo "techos de agua" bajo la lluvia.

©Tania Evans, La psicología del Fénix

La metamorfosis


no cesa.

A tientas, se da una nueva oportunidad
en equilibrio sólido frente al abismo.

La piel se desprende como aquel verano
cuando el sol la abrasó a los 14 años
arrojando a la niña lejos de sus huesos.

Cayó, 
desnuda 
con los ojos abiertos 
y las manos encendidas.

Durante décadas voló
incendiando aldeas, 
evaporando lagos, 
prendiendo calor en las costillas de los más desamparados.

En el solsticio ártico
se permitía abrazar por el sol de medianoche
y con las mejillas en carne viva
se deshacía rendida a su oscuridad.

A veces, 
observaba el paso del tiempo
fotograma a fotograma
con la eterna pregunta 
atrapada en la lengua.

El origen.
La fuente.
La cura.

En su búsqueda 
descubrió la naturaleza de la luz 
y la vida de las sombras.

En este presente que se escapa de los dedos
ya es una con los elementos.
Habita en las húmedas raíces de los bosques
y se abre como una flor de baobap,
blanca 
iluminando la noche 
dispuesta a recibir jubilosa la vida
en el beso fugaz del vampiro alado.

Justo, 
antes de cerrarse 
en un último gesto
siente como se ordenan los huesos
la piel ensortija la carne recién abierta
crece el pelaje 
y un aullido emerge recordando su nombre.

No es una ángel.
Es una loba que mira de frente
que abraza el miedo con las garras y corre.


La vida, no espera.

©Tania Evans, La psicología del Fénix

Cursiva recordando a mi querida Gloria Fuertes.

Recuérdame el amor


Recuérdame el amor

A ti que todavía palpitas
tras esa costilla traidora
que te sabe fuerte en mi vientre
recuérdame el amor
el hambre voraz del huérfano
ávido lactante en mi pecho


Recuérdame el amor
la curiosidad encendida
en este tu nuevo territorio de conquista

Recuérdame el amor
el sexo libre
los caminos de saliva salvándote la vida

Recuérdame el amor
salvaje
mordiendo el horizonte de mis piernas

Recuérdame el amor
mostrar el alma
y no salir en retirada

Amarte “solo” siempre
como una loba
a pesar de todos los valles y montañas.

Amar es permitir que muera la ilusión
despojarse de máscaras
mostrar la herida
temblar ante su belleza
permitir que ilumine la sombra
y en esa comunión de luces y formas
engendrar y parir nuevamente
entre orgasmos la alegría.


©Tania Evans, La psicología del Fénix

Te susurro a los ojos.



Para todas aquellas personas que
 continuan bailado
 bajo la tormenta.


Seis letras absorbieron la vida durante un instante eterno

Sentí su piel fundirse bajo la mesa
tatuando en mi mano el amor
que desbordaban sus ojos al mirarme

-Tranquila mi vida
             yo, estoy contigo

y la sal atravesó la tierra.
la suya
la mía
la nuestra

            (meses después
                 en ese yermo suelo
                      brotaron margaritas y azaleas)

No hay luz que caliente este agujero
que devora los recuerdos de un futuro a su lado
regado de sonrisas en los dedos
y de piel vestida con sus besos


No puedo
No quiero
No se,
si quiero o si puedo


Mi espejo me mira triste
desorientado
no encuentra mis cejas
ni mi sonrisa traviesa de medio lado

Donde antes enredaban sus dedos
mis rizos y mis ideas
siento su amor recorriendo
con las yemas mi cabeza


No quiero poder
No quiero creer
no quiero
creer que puedo
y perder

Anclada ante este mar
araño el horizonte con todos mis por qué
Y no alcanzo adivinar
si el sol se despide o me da la bienvenida
Pero la brisa,
y sus brazos
insisten en recordarme que sigo viva

Cierro los ojos sonriendo
levanto las barreras
y despierto
Confieso
(por fin)
¡soy vulnerable!
y entrego al mar mis miedos 

Todas las almas de mi vida
respirando cerca
llenando el aire con partículas de
“tú
     amiga
         hija
               hermana
                        madre
                           amor de mi vida
                                tenlo muy claro
                                  tú, puedes”


Mi corazón recupera el aliento
Mis neuronas
disparan salvas de esperanza
y mis piernas,

            (las que tantas veces
            recorrió
            con su boca)

se tensan de nuevo
llenas de sangre
listas para el asalto
                                                                      
Y vuelvo a ese instante helado
a tu mano tatuando la mía
deshaciendo el frío
devolviéndome a la vida

Por un segundo adivino las azaleas y margaritas
y te susurro a los ojos
Mi vida, yo puedo caminarlo todo si tú me miras.

©Tania Evans, La Psicología del Fénix