Cuando la tierra pierde el miedo, vuelve la vida.




Este juego que la vida es ha perdido todo su interés.
La ficha más valiosa que diría Freud
la vida misma
quedó atrapada entre los helechos mohosos del salón.

Amarte dejo de ser un verbo en presente continuo
para ser solo un pretérito perfecto del que no arrepentirse
-nunca lamentar, nunca-

Exonerarte de la pena con todas sus esquinas
rasgándola con los dientes y las uñas afiladas
y apostar todas las horas a un número imposible
que siempre aparece herido en la nevera.

Ese pasado febril del que eres siervo
rémora para la vida
nos dejó sin pétalos que deshojar
en una tierra sin entrañas que no tiembla.

Ya no brota mana de mi vientre.
Ahora la única salida para vivir es la muerte.

En el tránsito hacia el lado amable del abismo
aletea un corazón cuerdo entre los labios.

La luz rasga con piedad la oscuridad
vertiendo una voz que susurra

-Bienvenida,
limpia  la placenta de tu nueva yo.
Realiza tu apuesta.
Comienza el juego.


©Tania Evans, La Psicología del Fénix.