Recuerda, esto también pasará.

Palpita este piano “Ludoviquiano” que adoro
que insisto en dejar que me traspase
sabiendo que me abrirá la carne
dejando a la vista toda la miseria que creo vencida
que de día y al sol no despierta sospechas
porque yace escondida tras esa sonrisa
que pese a todo es sincera para otros
porque a la única que engaña es a mí misma.

Ya no siento las lágrimas apretar/ahogar mi garganta
solo caen se deslizan sin abrasar mi piel.
Mis mejillas  apenas las intuyen
quizá mis labios que las recogen de sus comisuras
y continúan encontrando esa sal amarga
a veces dulce
por la nostalgia que encierran.

Y sigo caminando con mi sonrisa
y el corazón en un bolsillo de la gabardina
si, la roja
que además de despertar tu cuerpo
al intuir lo que cubría
recoge ese agua
que vierto sin darme cuenta.

No hay tristeza
ni pena
no encuentro el sentimiento
que defina ese vacío
ese pensarte sin verte
sin recordar que existieras.

A día de hoy
me parece un mal sueño.
Bueno
quizá no tan malo:
Un cambio de universo a otro paralelo
igual
pero sin ti.

Solo queda la certeza intermitente
de haberte besado enredada a tus piernas
anexada a ti desde tu epicentro
desde un corazón insertado entre las mías
y, ya se

“no se puede pensar con claridad
cuando se tiene un corazón entre las piernas” 

y el mío ya no recuerda el camino de regreso
a la parte superior de mi envoltura
a la azotea de la cognición 
y los delirios de los días sin ti
y las noches abarrotadas de olor
sudor
sexo de terceros
en un intento de recobrar la libertad
para que mis piernas puedan 
por fin 
caminar en la dirección que marque
dejarte atrás.


® Tania Evans
Cursiva: de Cracovia sin ti.

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